Afirma el filósofo alemán Leibniz que "Dios quiere antecedentemente el bien, y consecuentemente lo mejor".
Ahora bien, si Dios quiere cosas diferentes eso significa que hay variación en su estado, y, por consiguiente, en su ser hay mutación y cambio, con lo cual no es idéntico a sí mismo. Si no es idéntico a si mismo eso significa que no es perfecto, y si no es perfecto tampoco puede ser omnipotente y eterno.