Hola Abel, dices
Esta tarde he tenido una extraña sensación. Cuando conduzco solo durante horas pongo las conferencias de Dario Szt... Hoy tocaba Heidegger y Nietzsche. Este profesor explicaba, magistralmente, como estos dos autores sostenían que en el fondo de todas las cosas no hay nada, que no existe un principio ordenador, llámese Dios, Big Bang, Cosmos o Naturaleza. Al principio y al final lo único que encontramos, es nada, carencia de sentido. Que la existencia como tal se sostiene sobre el vacío, que en su profundidad no hay más que vacío y lo llenamos con invenciones artísticas, con conceptos de paja como Dios o con muchas ecuaciones.
Eso lleva irremediablemente a una angustia, a que tengamos ese vacío en nuestro interior. Desde un punto de vista conceptual uno puede entender lo que están queriendo decir pero otra cosa es vivirlo. De repente, me sobrecogí, sentí un pavor, una angustia tremenda. No lo calificaría de miedo pero era un estado mental y emocional difícil de gestionar. Tuve que parar en una zona de descanso. Este estado tornó en la misma sensación que se tiene al meditar: ausencia y vacío.
Ausencia y Vacío, tal y como lo describes parecen lo mismo. Un par de experiencias personales, la primera tiene que ver con mi rechazo a la religión, entonces tenía 14 años y hacía preguntas incómodas al respecto, preguntas que tenían mucho que ver con la vivencia que relataba antes, preguntas que se concretaban en "y al morir, subes al cielo y vives eternamente contemplando a Dios" algo así me decían y en mi cabeza quedaba martilleando ese "eternamente", entonces preguntaba "sí, pero ¿durante cuanto tiempo?" y me respondían "¿toda la eternidad?", "si pero ¿cómo acaba eso?", "nunca, siempre, eterno", pero ¿hasta cuándo?, ¿y luego qué?", "no tiene fin, es eterno" y vuelta a rayarme la idea de eternidad por su inconcreción, su falta de límites, en definitiva, su ser NADA.
Agosto 1999, salimos de la habitación 1010 pero no todos y comienzo a sufrir la "ausencia". Entonces la pregunta era "¿dónde?", la realidad se completaba con todos sus elementos pero no había un sólo lugar donde pudiera encontrarla a ella. Comprendí los versos de Jorge Manrique "ubi sunt" . ¿Dónde, dónde, dónde? y chocaba una y otra vez con "no ser" y sentía esa angustia que creo te cuesta tanto gestionar Abel. La vida vino al rescate en una de sus formas más patéticas y lamentables. Me perdía en mi abstracción, me debatía entre preguntas sin respuesta, me cabreaba pensando en la existencia de un Dios al que en aquel momento le habría pegado un puñetazo si llegamos a cruzarnos, básicamente pasaba las etapas de lo que en psicología llaman el duelo. En mi oficina con un jefe de crucero constante y cinco generales sin nadie a quien mandar se produjo una batalla de egos de la que fui ajena pero a la que me incorporaron inmediatamente, por amistad se me puso en una facción. Se desarrollaron escenas de extrema violencia verbal con las que Alfred Hitchcock habría creado otro guión como el de "La soga" o algo así de claustrofóbico. Así que la Vida sin la menor consideración me pasaba por encima como una estampida de bisontes y mientras yo me desenredaba a todo trapo de mis abstracciones, teléfono en mano con ganas de llamar a los antidisturbios, allí se podía acabar representando Puerto Hurraco II. Aquí quiero entroncar con el "vitalismo" del que habla Dan en que desemboca Nietzche, si no le entendido mal. Me pinté la cara con colores de guerra, hice un rito en soledad de despedida, me tatué su nombre por todo el cuerpo para eludir el olvido, una de las entradas al Vacio y me lance a correr, con bisontes, con caballos, con lobos, en grupo, en manada, a veces sintiendo la fuerza y el viento, otras con más dificultades, pero corriendo siempre, sin otro fin que el de mis fuerzas, sin otro destino que mi fluir, con recursos como amor, amistad, filosofía, para correr con coherencia y no como un pollo sin cabeza.
El otro día en la Casa del Libro tuve en mis manos "Nietzche" de Heidegger, es grande, se podían oir tambores debajo de sus tapas, también bajo las de Persepolis 1 pero recordé la frase de Germán, "no te disperses", valeeee, después, en junio.