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Muchos de nuestros problemas vitales no son trastornos psicológicos clínicos, son simplemente situaciones cotidianas en las que nos enredamos y de las que nos vemos incapaces de salir.
Y muchas de esas situaciones difíciles y susceptibles de enredamiento derivan de nuestra condición existencial humana, pues lo que nos define es la capacidad de interpretar y relacionarnos con el mundo de forma abierta, construyendo significados y proyectándonos temporalmente hacia el pasado y el futuro.
Por eso, los problemas existenciales son aquellos que tienen que ver con problemas de naturaleza filosófica y presentes en toda vida humana, como la muerte, la libertad, la soledad o el sentido.


Esta perspectiva existencial permite resituar los problemas humanos dentro de la vida, entendiendo la conducta problemática como el resultado de unas creencias filosóficas básicas (sobre el mundo, los demás y nosotros mismos) a partir de las cuales interpretamos y nos relacionamos con la realidad.
Pero no sólo somos pensamiento, sino también acción y emoción. Y es ahí donde las diversas técnicas psicológicas nos ayudan a implementar los cambios necesarios para la transformación personal.
En conclusión, en la orientación filosófica y psicológica se abordan los problemas desde una perspectiva existencial y filosófica, facilitando el autoconocimiento y la gestión personal a través de estrategias psicológicas que te permitan integrar coherentemente lo que piensas, sientes y haces.
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